Un 9 de mayo de 1974 el músico estadounidense Phil Ochs llevó a cabo un homenaje a todos los exiliados chilenos que habian llegado forzadamente (por pensar distinto) a tierras norteamericanas por causa del Gobierno Militar que mostraba sus garras y poca inteligencia vestida de uniforme desde el 11 de Septiembre de 1973.
Este homenaje artistico se llevó a cabo en el Madison Square Garden y tuvo en su escenario al tímido Bob Dylan, a dos de los integrantes de The Beach Boys, al actor y director de cine Dennis Hopper y la actual diputada Isabel Allende, quienes brindaron con un buen vino chileno por el fallecido mandatario chileno Salvador Allende y cantaron en homenaje a Víctor Jara (ayer, 16 de Septiembre, se cumplieron 36 años de su muerte por parte de los soldados chilenos).
Gracias a un documento electrónico enviado por mi amigo "Frank" hemos decidido publicar un reportaje muy interesante, con hartos datos y bastante asombroso que hizo el periodista Claudio Vergara en el diario La Nación Domingo y que fue publicada el 31 de agosto de 2003 y que nos relata todos los momentos de el primer megaevento internacional en ayuda de los exiliados chilenos.
En este septiembre plagado de "patriotismo artificial" en Chile donde muchos medios de comunicación se olvidaron que Victor Jara fue asesinado en nuestro mes patrio simplemente porque su folklor era mas peligroso que las balas de un ejercito de monos.
LA NOCHE QUE BOB DYLAN LE CANTÓ A ALLENDE
(Claudio Vergara)
Aunque en los ’70 su discurso se leía mejor en algún rastrojo hippie colgado en una feria artesanal, ningún músico norteamericano se atrevía a enrostrarle a Bob Dylan su cómodo reciclaje al confort burgués. Salvo uno de los más ácidos activistas universitarios curtidos en la música de protesta que intelectualizó el reclamo de la juventud de posguerra: Phil Ochs.(Claudio Vergara)
Sumido en un espiral de autodestrucción etílica, Ochs nunca celebró lazos de amistad con Dylan, por lo que aprovechó un encuentro en la penumbra neoyorquina para arrojarle un desafío mayor: “¿Te acuerdas que alguna vez te hablé de los mineros sudamericanos que conocí en mi visita al continente?”. “Yeah”, fue el gemido-respuesta que Dylan atinó a decir. “Bien, hoy esos mineros son exiliados de su tierra, por lo que en las próximas dos semanas organizaré un concierto en su ayuda y tendrás que ir”, fue la imposición de Ochs.
Sin mediar evasivas, Ochs sumó a uno de los nombres capitales de la música popular estadounidense al evento The Friends of Chile Benefit Concert, que estaría agendado para el 9 de mayo de 1974 en el Felt Forum del Madison Square Garden. Ciudad de Nueva York.
LA ORGANIZACIÓN
El objetivo era uno muy simple y necesario: reunir fondos para ir en ayuda de los ciudadanos que escaparon de la persecución pinochetista a otras naciones y consolidar el primer megaevento internacional que repudiaría el ascenso militar a La Moneda.
Aunque su proyecto era igualar los aplausos logrados dos años antes por el Concierto para Bangladesh, que organizó el ex beatle George Harrison para paliar la hambruna en Asia (congregando a celebridades como Eric Clapton, Ringo Starr y el propio Dylan), Ochs organizó en un par de semanas una cartelera nutrida de artistas, constituida por viejos camaradas de la trova folk y con aroma a campus universitario: Pete Seeger, Dave Van Ronk y Arlo Guthrie, a los que sumó el talante playero de los Beach Boys y el nómade estilo de Dennis Hopper, el actor que, en 1969, dirigió y protagonizó el primer gran éxito de cine independiente en la historia, Easy Rider.
A última hora desistieron Joan Baez y Joni Mitchell, las voces femeninas más representativas de la canción protesta. Finalmente, Ochs gestionó la participación de Amnesty International, organización que, posteriormente, distribuiría el dinero conseguido en distintas agrupaciones humanitarias.
MI AMIGO VÍCTOR
Sin embargo, la preocupación de Ochs no responde a un mero azar emocional. Sus nexos con Chile los cimentó en una cordial amistad con Víctor Jara nacida en una visita en diciembre de 1971 a la Universidad Técnica del Estado (UTE), entidad donde el cantautor local realizaba clases diarias.
Joan Turner, la bailarina inglesa que fue su mujer hasta el día de su asesinato, recuerda con precisión las escenas que años más tarde detonarían el homenaje de Ochs: “Yo fui a dejar a Víctor a la jornada de trabajos voluntarios de los universitarios, quienes partían en un bus a apoyar la huelga del sindicato de mineros de Sewell. Al lado del bus, dos gringos miraban lo que ocurría, junto a Víctor me acerqué a ellos y les contamos todos los planes del viaje”.
Los nuevos pasajeros eran el mencionado Phil Ochs y Jerry Rubin, músico fundador del movimiento pacifista People’s Park. Embarcados rumbo al pueblo industrial, el autor de Te Recuerdo Amanda le pidió a Ochs su participación en un acto de reivindicación laboral frente a los trabajadores del cobre.
“No tuvo problemas en aceptar, subió al escenario y quedó tremendamente emocionado con lo que ocurría en Chile, ya que precisamente él llegó acá buscando toda la ebullición artística de la que había escuchado hablar”, rememora la viuda del artista.
Como una muestra de agradecimiento, Ochs buscó, tres años después, a Turner para sumarla al show benéfico, el que cada día provocaba mayor hostigamiento por parte del Departamento de Estado norteamericano.
Pero la actual directora de la fundación Víctor Jara accedió a tal instancia a través de las gestiones que efectuó Joan Baez, quien la invitó a un tributo previo concretado en una iglesia de San Francisco, desde donde viajaron a Nueva York.
De tal manera se concretó la visita de Joan a la extensa jornada anunciada para el 9 de mayo de 1974. De ella, la bailarina evoca un inmediato detalle: el revuelo causado por el atraso de Bob Dylan al arrancar el show.
¿A QUÉ HORA LLEGA BOB?
Aprovechando la incertidumbre desatada por la ausencia del cantautor, Turner extrajo de su bolsillo un poema consagrado a la memoria de Víctor, que le había entregado el poeta y dramaturgo británico Adrian Mitchell, en su paso por Inglaterra, sólo semanas después del golpe militar. Desempolvó el escrito titulado Víctor Jara de Chile: Vivió como una Estrella Fugaz, repasó sus versos, se acercó a Arlo Guthrie –hijo del fundador del folk norteamericano, Woddy Guthrie- y leyó: “Ellos lo golpearon con sus bototos / ellos aplicaron shocks eléctricos / ellos dispararon hasta matarlo / pero sus manos son gentiles / sus manos son fuertes”, fueron las líneas que horas más tarde Guthrie musicalizaría en una creación improvisada que años después sumaría a su prolífica discografía.
En el trajín, una diminuta figura de sombrero tejano deambulaba por la platea exigiendo que le abrieran paso a camarines: “Era Bob Dylan que llegó con una hora de retraso y fue desconocido hasta por el personal de seguridad del recinto. Portaba guitarra con bandolero y sólo la intervención de Phil Ochs permitió que subiera al escenario”, describía el artículo de una hoja de extensión, que dedicó la revista Rolling Stone el 20 de junio de ese año, en su edición 163.
Con Dylan calentando motores, la cruzada abrió sus fuegos con una remozada versión del clásico de la música cubana Guantanamera, a cargo de Guthrie y Seeger, rematando en una sentida interpretación del propio Seeger para el poema Estadio Chile, la última creación facturada por Víctor Jara antes de ser acribillado en el recinto capitalino.
El resto de la programación devino en un curso caótico que se desparramó en lecturas de poemas de Neruda, a cargo de Dennis Hopper, la emisión del último discurso realizado por Allende y una abrumadora rechifla a la Junta Militar que motivó un discurso leído por la hija del mandatario Isabel Allende.
La nota disonante la marcó la mediocre interpretación del hit veraniego California Girls por parte de los Beach Boys, quienes arribaron con apenas la mitad de su contingente: Carl Wilson y Mick Love. Un opaco aporte que también contagió al despistado Dylan, quien apenas se limitó a mostrar dos composiciones acordes al drama chileno, pero de pluma ajena (Deportee, de Woody Guthrie y la tradicional Spanish is the Loving Tongue).
AFTER HOURS
Pero en lo que Dylan jamás tuvo reparos fue en exigir que le llevaran vino chileno para brindar por la memoria de Allende, como corresponde. Según el libro Encounters with Bob Dylan del periodista Tracy Johnson, un grupo de cercanos accedió al backstage con varios jarrones de vino (supuestamente chileno) y un par de botellones de whisky, que fueron repartidos entre los partícipes, antes de la interpretación conjunta de Blowin’ in the Wind –la más trascendente composición del norteamericano- que cerraría el show.
La injesta etílica decantó en una balbuceante interpretación del himno pacifista que se extendió por tediosos 10 minutos en los que, según advierte Johnson, otro invitado de fuste menor le tuvo que susurrar a Dylan gran parte de la lírica de su obra capital. Joan Turner lo recuerda como un momento desagradable: “Aunque existía una gran solidaridad, vimos que había mucha gente bebiendo detrás del escenario, con groupies, lo que era muy chocante, ya que nosotros no sabíamos ni de fans ni de shows. Si hasta en un momento me sustrajeron la cartera. Creo que nadie de los presentes, ni nosotros, intuíamos la terrible tragedia que ocurría acá”.
Pese a ello, la viuda de Jara aceptó la invitación que Dylan le realizó al día posterior para visitar el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde quiso mostrarle el célebre cuadro Guernica de Picasso para retratar, de manera indirecta, la represión y la violencia que explotaba en nuestro país.
“Estamos con ustedes”, fueron las últimas palabras de un tímido Bob Dylan antes de despedirse de su invitada y borrar todo rastro de uno de los eventos más significativos y particulares elaborados a favor de la disidencia chilena en el extranjero.
Después de todo, reunió 30 mil dólares para la causa y logró ser registrado de manera muy rudimentaria en un disco doble que salió a la venta cinco años más tarde bajo el título de An Evening With Salvador Allende, aunque hoy se encuentra fuera de todos los catálogos discográficos.
Pruebas duraderas para una de las últimas instancias levantadas por la militancia izquierdista de Phil Ochs: el cantautor remató sus días suicidándose en 1976 tras un profundo cuadro depresivo que sucumbió ante su adicción alcohólica. Más allá de la anécdota, The Friends of Chile Benefit Concert constató que los crímenes perpetrados por la dictadura habían alcanzado repercusiones insospechadas.
Esperamos que haya gustado este reportaje sobre un evento que llama bastante la atención debido a que en muy pocos medios lo han comentado y lo mas importante es que une lazos entre artistas norteamericanos del folk protesta de los setentas con la pena y la tortura de ser un exiliado del país donde naciste y te criaste.
Para terminar este Bonus Track les señalamos que en el interesante blog rockchilelatinoamerica se publicó el audio de este concierto en un post y creanme que es un discazo historico a pesar que el sonido no sea del 100% de calidad!!!... Recomendable para escuchar mientras lees este post.
Pd: en caso que no funcione el link del disco les dejamos otro datito.
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